Había una vez una señora que se llamaba Alicia. Ella quería que pusieran su retrato en un museo.
Pasaron los años pero nadie ponía su retrato. Un día, vio un niño que estaba llorando y le dijo a Alicia que se había perdido. Sin pensarlo fue a buscar a su madre. Afortunadamente, la encontró.
Un pintor vio su gesto y decidió pintar su retrato. Alicia se puso muy contenta. Pero hubo un gran problema: tenían que poner un nombre a la obra. Alicia pensaba y pensaba hasta que por fin se le ocurrió un nombre. Este era “La Mona Lisa” porque significaba alegría y un gesto de buena persona.
Así fue como Alicia consiguió su sueño.
Christian (Aula de Muñogalindo)