Cuando sonó el teléfono y vi en el contestador que era mi novio, no me atrevía pero finalmente me arme de valor y me puse a hablar tranquilamente con él. Aunque dentro de mí había una sensación de preocupación y era porque nosotros estábamos distanciados, y casi no pasábamos tiempo juntos, solo nos veíamos en las vacaciones y alguna vez hablábamos por teléfono.
A sí que esa vez era la oportuna para decir que nuestra relación no podía continuar y decir nuestro último adiós como pareja y así lo hice, en ese momento se noto que de nuestros ojos salieron lágrimas tan grandes que parecían garbanzos.
Al final pensé, a lo mejor si el destino lo quiere algún día nos volveremos a encontrar.
Zulema (Aula de La Colilla)